EAS y Antonio Hortelano

Hace Cincuenta Años, un hombre que por entonces se encontraba en París, tuvo un sueño. En París, ya se sabe, es muy fácil soñar: se sueñan romances, se sueñan amores, se sueñan obras de arte. Pero el soñar de nuestro personaje fue tan distinto a todo eso, que diríase estaba más allá de la dimensión mundana de los seres humanos. Estaba en las fronteras que, traspasando la rutina cotidiana, penetran en el fértil país del espíritu. 

Aquel hombre era Antonio Hortelano, español él, nacido en Irún, ordenado Sacerdote Redentorista. Su sueño: formar comunidades de matrimonios y célibes que vivieran en unión su fe, su culto y su amor, hasta envejecer juntos. 

Kennedy escribió un día: "Si tienes un sueño, realízalo. No sea que te despiertes con el ruido que alguien más está haciendo al realizarlo antes que tú". ¡Quién lo dijera!: el Padre Antonio no sólo realizó su sueño, sino que ha logrado que perdure durante ya cincuenta años, esparcido por muy diversas partes sobre la faz de la tierra. A mí me tocó ser testigo de cómo llegó a mi ciudad, Saltillo. 

Era un viernes en la noche, el 27 de septiembre de 1967. La casa, de Carlos y Kay Rohde, en la Colonia República. Recién llegados a Saltillo, frecuentaban la Misa en el templo de Fátima. Allí conocieron al Capellán, el presbítero Antonio Usabiaga. En aquella amistad inicial, le hablaron de los "Equipos de Apostolado Social", que Hortelano había fundado en París, y había llevado a la Capital de México con el nombre de sus siglas: EAS. El Padre Antonio se entusiasmó, máxime al saber que era inminente la llegada del fundador de dichas comunidades para promoverlas en Saltillo. Determinaron entonces convocar a varios matrimonios para ser pioneros en la aventura de difundirlas en el norte del País. Entre ellos estábamos: Ricardo Peart y su esposa Pura, Luis Siller y Lolis, José Luis Rodríguez y Sofía Elena, Oscar Peart y Bicha, los Rohde, así como Tere mi esposa y yo. 

Recuerdo, como si hubiese sido ayer en la noche, aquella primera reunión en casa de los Rohde. Hortelano estaba encendido de entusiasmo. Para nosotros era toda una novedad aquel sacerdote español alto, flaco y feo, así se definió él mismo- que exponía con tanta vehemencia su proyecto de integrar comunidades cristianas. Nos exhortó: 

"Vosotros estáis llamados a ser una de ellas. ¿Recordáis cómo Dios, desde la zarza ardiendo, llamó a Moisés? ¿Recordáis que Moisés respondió: Heme aquí?.

Decidimos que valía el esfuerzo vivir aquella experiencia que nos llamaba a ser, con Cristo en medio. Por aquellos años, la Iglesia estaba recién emergida del Concilio Vaticano II, que concedía, ¡por fin!, carta de ciudadanía a los laicos en la estructura participante de la Iglesia. Pero...había una seria crisis en el seno clerical. Cientos de sacerdotes estaban abandonando el ministerio para casarse; los conservadores se resistían a la reforma litúrgica; otros no conocían los documentos del Concilio, ni les interesaban. 

En ese ámbito eclesial, Hortelano había escrito una obra considerada como "provocativa": La crisis del Cristianismo. Y preparaba otra, más avanzada: La Iglesia del futuro. Evidentemente Usabiaga y él formaban parte de la vanguardia conciliar. Muestra de ello eran precisamente las comunidades EAS. Y estábamos ávidos de contagio. 

Nos reuníamos semanalmente en nuestras casas, dedicando las convivencias a conocernos, al estudio del Magisterio Conciliar, guiados por Toño -a quien ya no llamábamos "Padre Usabiaga", sino familiarmente: "Toño"- y tratábamos de vivir el Compromiso del Evangelio hasta sus últimas consecuencias. Pronto se habló de nosotros en Saltillo, conociéndonos en los círculos eclesiásticos y apostólicos como el "Grupo de los EAS”.  

Pero vino a suceder que al inicio de los años setentas hubo otras "Comunidades Eclesiales de Base" que cayeron en desprestigio ante la colectividad internacional, debido a que en Sudamérica se transformaron en células dedicadas al activismo social, -"socialista", diría Messori fermento de la Teología de la Liberación, y para evitar identificaciones con tal ideología, Hortelano urdió cuanto antes cambiar su denominación original: de "Equipos de Apostolado Social", a "EAS, Comunidades Cristianas Comprometidas", nombre que les persiste hasta la actualidad. 

Una actualidad, ésta de 2008, en la que continúa la idea primigenia de Antonio Hortelano, alentando en los integrantes de las comunidades de nuestro tiempo la misma plataforma ideológica que fue fundamento y sustento en su origen. Ésta contiene su Manifiesto Personalista, Social y Cristiano, y está animada por la Mística propia de los EAS: vivir en estado permanente de vocación cristiana, alentando el ser, antes que el quehacer y el tener. 

Misión de elevado compromiso y responsabilidad es ésta, en un mundo convulso que presenta tantos desafíos al hombre en su modernidad. Por eso brilla aún más rutilante esta aportación hecha por el padre Antonio Hortelano a la Iglesia Universal hace Cincuenta Años. Colabora así, en un mundo tan necesitado de entraña humana, a dar cumplimiento a las palabras eternas del Profeta Ezequiel: 

"Yo les daré un solo corazón y pondré en él un Espíritu nuevo. Quitaré de sus cuerpos el corazón de piedra, y les daré un corazón de carne

Articulo por: Dr. Jorge Fuentes Aguirre 

Saltillo, Coahuila. México 

En la Fiesta de Pentecostés, 11 de Mayo de 2008

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Nuestra Señora del Perpetuo Socorro, historia.